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José María Pemán. Toda una vida al servicio del orden

I

Se cumple este año el XXV aniversario de la muerte del escritor gaditano José María Pemán y Pemartín (1897-1981) y de seguro que mientras este artículo se escribe, se publica y se lee, se estarán realizando conmemoraciones recordando al personaje. Una vida tan extensa como la de José María Pemán da muchos perfiles y unos remarcarán algunos mientras sombrearán otros. Sin duda, será recordada su labor como escritor y no serán pocos quienes pretenderán su redescubrimiento como antifranquista convencido para hacernos ver en él un liberal[1]. Esto último, no debe interpretarse más que como un acto de revisionismo, interesado en negar la aquiescencia de muchos hacia el franquismo en estos días de vientos nuevos donde todos son “demócratas de toda la vida” y, en última instancia, interesado en ocultar también lo que la transición es: una reforma desde el franquismo que institucionalizó la amnesia y la impunidad.

Lejos de estar nuestra intención en consonancia con lo que la historiografía oficial mantiene, vamos a intentar mostrar a un Pemán que siempre fue fiel a tres principios: el orden, el catolicismo y la monarquía, y que tuvo la suficiente agudeza para ir adaptándolos según ondearan los tiempos. Como buen hijo de la clase a la que pertenecía, la burguesía gaditana emparentada con la aristocracia terrateniente de Jerez, siempre fue un defensor de las elites y, evidentemente un celoso de sus privilegios a los que nunca aceptaría renunciar un ápice. Por ello, parafraseando a Lampedusa en su novela El gato pardo, fue consciente de que había que cambiar, para cambiar lo menos posible. No es, empero, nuestra intención hacer un balance de su tarea como escritor y tampoco la de juzgar si son convenientes los actos en su memoria, pues estos probablemente lo sean, ya que Pemán vehiculó durante muchos años la opinión pública de las clases conservadoras de este país. Por tanto, huimos de todo maniqueísmo, residiendo nuestra propuesta en un enfoque distinto sobre la figura del intelectual gaditano. Tampoco este artículo pretende hacer un análisis riguroso de su biografía analizando de manera exhaustiva sus filiaciones políticas en las sucesivas etapas que le tocó vivir. Simplemente pretende apuntar unas pinceladas donde hay unas sombras que a menudo se olvidan cuando se le ensalza, aportar una tibia y modesta luz sobre unos perfiles de su vida que están inevitablemente umbilicados a su persona y que esperamos no caigan en la desmemoria.

II

Es muy importante conocer el contexto familiar en el que se crió José María Pemán, ya hemos señalado su íntima vinculación no sólo con la burguesía gaditana, sino también con los terratenientes bodegueros de Jerez. Su padre era el abogado y político Juan Gualberto Pemán, varias veces diputado por el Partido Conservador de Maura por la circunscripción de El Puerto de Santa María, mientras que su madre María Pemartín era hija de bodegueros jerezanos de origen francés venidos a menos. Uno de sus hermanos estaba emparentado con los Primo de Rivera, mientras que él contrajo matrimonio con Dolores Domecq en 1922. Como ya apuntara Tuñón de Lara, el régimen de la Restauración (1876-1931) obedecía a un bloque de poder definido como “alianza entre las clases tradicionales (aristocracia) y otras que ascienden en el poderío económico (burguesía) con la decisiva matización de que la aristocracia se define por su condición de gran propietaria agraria y no por su carácter formalmente estamental, y con la observación no menos importante de que aquella conserva su hegemonía política –mentalidad, sistemas de valores, etc…-[2]. Estamos por tanto, en el caso de los Pemán, ante una práctica extensible a otras familias bien avenidas no sólo de la provincia de Cádiz sino de España, las alianzas de clase bendecidas por el matrimonio entre la burguesía urbana y la aristocracia latifundista, las conexiones personales entre el político y el terrateniente. “Los grandes poderes económicos del país no habían traído la Restauración para seguir aguardando, más o menos en vilo, las decisiones de una clase política ambigua, las fluctuaciones que impusiera un sufragio universal que estaba en la constitución del 69, o las presiones de la calle[3]. De este modo, José María Pemán vino a nacer en el seno de una familia defensora del régimen restauracionista, eran gente de orden, y esta impronta quedaría marcada a fuego en el ideario del intelectual gaditano que siempre fue ante todo un defensor de éste, temeroso a que un cambio social pusiera en peligro sus privilegios.

III

Se extraña Álvarez Chillida de que siendo su padre un liberal doctrinario, José María Pemán se adhiriera en los años veinte al tradicionalismo político y mantiene que posiblemente se impregnara de esta ideología en el colegio marianista de San Felipe Neri. Sin embargo, y al margen de la influencia que ejerciera sobre él esta orden eclesiástica, hemos de analizar el contexto en el que nos movemos. Lo primero a observar es la escasa distancia existente entre un liberal doctrinario y un tradicionalista, y más cuando en España los ideales de la revolución burguesa se habían hecho en alianza entre la alta burguesía y la aristocracia[4]. Lo segundo es que cuando el joven Pemán entra en política se está dando lo que Hobsbawm ha denominado la caída del liberalismo. El liberalismo entra en crisis tras acabar la 1ª Guerra Mundial (1914-1918), la Revolución Rusa ha desencadenado una oleada de movimientos sociales que hace que muchos gobiernos europeos basculen hacia el autoritarismo. Se pide por parte de las oligarquías una autoridad fuerte, frente a la separación de poderes. En el caso de España, la efervescencia social ya existe antes de 1917, merced a unas masas obreras del campo y de la ciudad que viven en condiciones míseras y que desde posturas anarcosindicalistas principalmente piden un cambio en las relaciones de producción. Si sumamos esto a la guerra de Marruecos, la muerte de los grandes ideólogos del régimen restauracionista, un rey incapaz… hace que las élites que sirvieron como base a la Restauración, pidan en boga con los tiempos que corren por Europa una mano fuerte que gobierne el país. Ese hombre de hierro llega en la figura de Miguel Primo de Rivera, al que el joven Pemán velozmente se va a sumar como partidario.

Pronto, y más aún después de 1925, cuando Primo decide perpetuar su régimen y pierde muchos apoyos, José María Pemán se va a destacar por algo sin lo cual no se puede entender su figura. Su papel como ideólogo, de la Unión Patriótica primero y del 18 de Julio –que no del franquismo- después. De un modo u otro, esta labor quedaría umbilicada a su personalidad y cuando alguien pretende acercarse a su biografía, dicha labor no puede, ni merece, quedar relegada al olvido.

Como buen tradicionalista los principios sobre los que según él se asentaba la sociedad eran el respeto a la jerarquía y el desarrollo orgánico de ésta, merced a leyes providenciales. “Para Pemán, el desarrollo natural y providencial de la sociedad partía de la familia, se ensanchaba en la comarca y terminaba en la nación, pasando por otros núcleos de cohesión social como el gremio, la corporación, la universidad[5]. Obsérvese que Pemán no habla de la región, tan anclada en el movimiento tradicionalista español por antonomasia, el carlismo. Por el contrario, el intelectual gaditano se va a caracterizar por la defensa del centralismo español, frente al fuerismo carlista. Y es que, el tradicionalismo que abraza Pemán es el de una Iglesia fuertemente conservadora, unida a los grandes grupos de poder y de un catolicismo fuertemente reaccionario que gira en torno a la ACNP (Asociación Católica Nacional de Propagandistas) dirigida por Herrera Oria. La ACNP, a través de su órgano portavoz El Debate, era la organización propia del activismo católico, y propugnaba una estrecha alianza entre la Iglesia y el Estado para que este último restaurase la autoridad espiritual de aquélla. Era contraria por ejemplo al sufragio universal, aunque era partidaria de que los católicos participaran en el juego de los partidos, como medio para alcanzar el poder e inaugurar un Estado que como hemos señalado defendía una alianza con la iglesia[6], lo que evidentemente tenía poco de democrático y de liberal.

IV

En 1933 desde las páginas de Ellas hacia José María Pemán un llamamiento a las mujeres para que no sintieran demasiado apego por la democracia, mientras no paraba de lanzar vítores al régimen de Mussolini y al modelo de sociedad que defendía[7]. Sin embargo a pesar de sus coqueteos con él, Pemán nunca fue fascista. Y es que si algo hizo el fascismo –y definitivamente la subida de Hitler al poder en Alemania en 1933 dio un definitivo impulso a ello- fue que inspiró a la inmensa mayoría de las derechas, y les dio lo que Hobsbawm ha denominado una “confianza histórica[8]. Las derechas, que antes habían sido liberales, y que veían amenazados sus privilegios por unos movimientos sociales en auge, se fascistizaron. De este modo, el pensamiento del escritor con su tradicionalismo defensor de la monarquía y de la catolicidad, sufrió una radicalización gracias a ese auge del fascismo[9]. Solamente cuando la paz social se aseguró volverían estas derechas –y el caso de Pemán es paradigmático- a alabar el sistema de división de poderes y el juego democrático de partidos, elecciones y libertades individuales. Como hemos apuntado antes, el intelectual gaditano fue ante todo un amante del orden establecido, muy celoso de sus privilegios y con unas convicciones monárquicas y católicas muy fuertes que nunca abandonaría. Razón por la que cuando se proclamó la II República Pemán abjurara de ella, rechazo que se acrecentó aún más cuando el nuevo régimen intentó abordar una reforma de la propiedad y una reforma del Estado y pretendió implantar el laicismo, convirtiéndose entonces el escritor en lo que Areilza llamó “la voz de la contrarrevolución”. Ahora bien, que José María Pemán se viera envuelto en esta dinámica que sufrieron los movimientos conservadores en el período de entreguerras, no lo excusa de sus actos, y quizá del acto por el que debiera de ser más recordado, y del que no mostraría arrepentimiento en todos los días de su vida. Su papel como ideólogo y propagandista del movimiento nacido el 18 de Julio de 1936 como producto de un golpe de estado fallido y que desembocó en una guerra civil.

V

Se quejaba Antonio Burgos en un famoso artículo de prensa[10] de cómo mientras a Alberti se le homenajeaba y nadie recordaba su pasado estalinista –lo cuál hasta cierto punto puede ser cierto-, Pemán quedaba arrinconado por su labor como escritor y lo único que se recordaba de él era su filiación política durante la guerra civil, obviando su evolución liberal. Este discurso no exento de victimismo, plantea algunas de las cuestiones que hemos puesto sobre la mesa. No era Pemán un liberal y un demócrata convencido y si se le recuerda por su labor durante la guerra civil es algo merecido, ya que su labor en el bando sublevado no es alcanzada ni de lejos por Alberti u otros intelectuales que se mantuvieron contrarios a tal sublevación. Rafael Alberti no era más que una figura decorativa de a las que a la izquierda les gusta rodearse no pocas veces para dar una cierta legitimidad a sus reivindicaciones, Pemán era además de un propagandista un ideólogo que configuró algunos de los rasgos del Nuevo Estado que acabaría por imponerse definitivamente el 1 de Abril de 1939. La comparación entre uno y otro por tanto es huera.

Ya en los primeros años de la República, Pemán va a acuñar dos términos que a la larga tendrán gran éxito “cruzada” y “movimiento nacional”[11]. Esto que bien podría quedarse en mera anécdota, no lo es si tenemos en cuenta el papel tan importante que desarrolló el intelectual gaditano en el diseño de la educación del Nuevo Estado. Muchos son los que han querido hacernos ver que Pemán se limitó a una actitud de propaganda que alcanzó su culmen con el poema de la Bestia y el Ángel. Si nos limitáramos a esto, entonces la comparación entre Pemán y Alberti u otros si podría tener cierta verosimilitud y Pemán de esta forma quedaría igualado a personajes como Gerardo Diego, único poeta de la generación del 27 que apoyó a los militares sublevados. Sin embargo, el grado de implicación en la represión hacia los maestros del escritor gaditano es muy profundo[12], como lo demuestra el hecho de que pasara a presidir el 7 de Octubre de 1936 la comisión de Cultura y Enseñanza, encargada de la “reorganización de los centros de enseñanza y estudios [así como] de las modificaciones necesarias para adaptar éstos a las orientaciones del nuevo Estado".[13] Dicha comisión, hasta que fue sustituida por los departamentos ministeriales en Enero de 1938, se apresuró a regular las prácticas religiosas en todas las escuelas situadas dentro del territorio controlado por Burgos y lo que es más importante, de la depuración de los maestros.[14] Este afán depurador no debe extrañarnos, más cuando los militares se apoyaron en unos elementos civiles que defendían la necesidad de una contrarrevolución en España y en la que muchos veían en José María Pemán un portavoz. No es raro pues que “básicamente, las disposiciones que regularon el proceso depurador [de los maestros] durante la guerra se promulgaran entre noviembre del 36 y febrero del 37 [15], ya que siguiendo las ideas de los contrarrevolucionarios que se habían sublevado contra la II República se debía imponer un Nuevo Estado que paralizara por el terror al contrincante, mediante una represión irracional que borrara todo vestigio de etapas anteriores más liberales o revolucionarias. Los maestros, en tanto que transmisores de esa cultura nítidamente democrática y/o revolucionaria, se situaban por tanto en el punto de mira del nuevo régimen, más si cabe, cuando éste pretendía que la escuela fuera uno de sus pilares ideológicos.[16] Precisamente por la necesidad de justificar y legitimar al nuevo régimen, el primer libro de texto oficial y obligatorio fue el de historia, tarea ésta que inició José María Pemán. En 1938 y ya desprendido de su presidencia de la comisión de Cultura y Enseñanza, publicaba La historia de España contada con sencillez, para los niños…y para muchos que no lo son, texto que según Fontana era casi idéntico al que editaría el Instituto de España en Santander en 1939 bajo el título de Manual de historia de España y con el que se enseñaría a toda una generación educada durante la guerra y la posguerra. La verdad es que si nos atenemos a la concepción que Pemán tenía de la historia, esta es muy roma: idealista y providencialista. Idealista porque eran para él las ideas de los individuos geniales las que hacen mover la historia.[17] Providencialista, porque siguiendo una concepción que se iniciaba en los reaccionarios franceses del XIX (Barruel, de Bonald, de Maistre…) y que acababa en el ruso Berdiaev, veía la historia como una lucha entre el Bien y el Mal, entre los que quieren defender el orden –que son emisarios divinos- y los que pretenden subvertirlo, fuerzas enviadas por Satán. Pero esto no nos puede extrañar en un individuo que en 1937 en un arranque de irracionalismo y visceralidad había afirmado en un discurso ante Franco “El catecismo o el refranero, que hablan por afirmaciones, son más creíbles que los profesores de Filosofía, que hablan por argumentos[18].

VII

Los apologetas de la figura de Pemán, siempre han preferido centrarse en su etapa posterior a la guerra civil, dando una especial relevancia a su época de miembro del Consejo privado de Don Juan de Borbón y a su consiguiente aperturismo. No obstante, hay que señalar algo que hoy en los vientos juancarlistas que corren se omite. Don Juan no era un liberal convencido y si se adscribió a las tesis que propugnaban la reconciliación entre los españoles e incluso se aprestó a colaborar –de forma más velada de lo que la propaganda luego nos ha hecho creer- con la oposición antifranquista en Munich fue por oportunismo. Su famoso manifiesto de Lausana de 1945 era profundamente conservador y en él concebía la monarquía como garante del orden, manifestando su deseo de volver a España e ignorando a la II República.[19] No, la reconversión de Don Juan no fue sincera y se dio sólo por una apetencia de ocupar el poder que ocupaba Franco, ya que si lo hubiera sido nunca hubiera vivido en Estoril, bajo el régimen corporativista que subyugó a Portugal durante más de cuarenta años (1928-1974), mirando a otro lado rodeado de toda una pléyade de nobles sin reino y dictadores exiliados, mientras el salazarismo reprimía cualquier conato de lucha de clases, como la que sacudió al Alentejo luso durante los años cincuenta.

En este contexto ¿De verás podemos hablar con propiedad de un Pemán liberal? Cierto es que muy pronto, el escritor gaditano se sintió decepcionado al comprobar que Franco no iba a permitir la vuelta de un rey, pero cierto es también que nunca fue un antifranquista.[20] De hecho, una cualidad de José María Pemán que hay que reconocerle como su falta de ambición, fue usada por Franco para utilizarlo de intermediario entre él y Don Juan. En definitiva, la “oposición” monárquica al franquismo fue una oposición tolerada por el propio régimen, que nunca vio en ella unas claras intenciones de derribarlo, ya que la inmensa mayoría de estos monárquicos –incluidos algunos en un confortable exilio, caso de Gil Robles- se sentían cómodos dentro de la dictadura, a pesar de ciertas discrepancias.

A diferencia de un sector intransigente que la historiografía ha dado en denominar como “búnker”, la mayoría de tendencias falangistas, muchos otros entre ellos Pemán, como ya señalamos al principio de este artículo, se dieron cuenta de que tarde o temprano había que cambiar para que todo cambiara lo menos posible. La burguesía comprendió que era necesario un cambio político debido a las presiones de una clase obrera y al interés de esta burguesía por integrarse en la CEE, con la que la importante inversión extranjera se vería aumentada. Aunque se daba un proletariado interesado en cambiar las relaciones de producción, no es menos cierto que éste ya no tenía la independencia que pudo tener en los años treinta con el anarcosindicalismo, puesto que se miraba en demasía en unos líderes que “se habían vendido a los designios del capitalismo internacional, acuñando palabras como socialdemocracia o eurocomunismo[21]. Si a esto sumamos el nacimiento de una clase media preocupada únicamente por su bienestar personal, debido al “boom” económico de los sesenta que sufrió el mundo occidental en general y España en particular por efecto de arrastre, llegamos a la conclusión de que la paz social en cierto modo estaba asegurada. Ya no había peligro en traer la democracia, en defender las libertades individuales, en el juego de partidos y parlamentos, ya estaba todo “atado y bien atado”. La derecha podía permitirse adscribirse de nuevo a los principios del sistema liberal. En este sentido, sí podemos decir que José María Pemán tuvo la clarividencia suficiente, y por ello a partir de los años sesenta admitió como correligionarios a algunos demócratas, aunque como ya hemos remarcado en repetidas ocasiones jamás renegó de la dictadura franquista.

Igual que en los años treinta había dado los nombres de “cruzada” y de “movimiento nacional”, en los años finales del franquismo anticipó lo que habría de venir, un cambio hacia la democracia hecho desde el propio régimen.[22] Como creador de opinión entre los círculos conservadores del país, contribuyó a que gran parte de la burguesía española dejara de temer una democracia, al darse cuenta ésta de que nada tendría que temer si seguía siendo ella- la burguesía terrateniente-financiera, convertida en financiero-especulativa- el “bloque de poder”, si como un traje, la democracia que había de venir se hacía a su medida. Esta democracia se asentaría sobre la amnesia y la impunidad de toda la represión ejercida por el franquismo sobre los vencidos en la guerra civil, amnesia e impunidad a la que por supuesto José María Pemán se sumó en los años sesenta cuando el régimen de Franco inició cierto aperturismo y el único escollo para llegar a implantar un sistema democrático era un oxidado dictador y un búnker más perro ladrador que mordedor. Así, Pemán pasó del discurso de gesta heroica –“esa contienda magnífica que desangra a España” según sus palabras- al discurso de todos fuimos culpables, al de repartir fifty-fifty responsabilidades[23], obviando que no se podían comparar los excesos hechos en uno y otro bando[24] e intentando minimizar con ello su directa implicación en las actividades depurativas, tarea a la que consagró algunos de sus libros, caso de Mis encuentros con Franco o Comentario a mil imágenes de la guerra civil española. En el primer libro, el escritor gaditano pretendía haber recriminado a Franco en los años cuarenta el haber ejecutado a personajes como Zugazagoitia, Muñoz Martínez o Companys, en el segundo, intentaba hacer creer que sólo había militado en la Unión Patriótica primorriverista. En definitiva, con ello, con el discurso de la “locura trágica”, del “todos fuimos culpables”, Pemán quería entre otras cosas hacer olvidar la realidad de unos hechos que directamente lo acusaban con el dedo. Por otro lado, es de mencionar que nunca se arrepintió de su filiación política durante la guerra y de un modo u otro siguió siempre defendiendo la sublevación. Unas veces más claramente –“La República no había sido democrática ni liberal y no había tolerado a la derecha católica que lealmente quiso colaborar con ella[25] (!)- otras veces de una manera más velada –“Hay que recordar que hubo una guerra, pero hay que recordar sobre todo que se hizo la paz[26]-.

Con todo esto lo que queremos decir es que Pemán para nada renunció a sus principios, ni cambió de camisa. La defensa del orden, de la monarquía y del catolicismo siempre fueron su faro y guía, simplemente tuvo la agudeza suficiente para ir amoldándolos a los nuevos tiempos. Unos nuevos tiempos en los que Europa había vencido al fascismo, se había consolidado la democracia parlamentaria y la revolución había dejado de ser un problema, gracias a la socialdemocracia y al afianzamiento de potentes clases medias. Simplemente, José María Pemán desde su conservadurismo supo ver esto y contribuyó a hacer ver al “bloque de poder” en España que no había nada de lo que asustarse. El discurso de “locura trágica” y cuarenta años de franquismo y desmemoria hicieron el resto. Una desmemoria que nos ha hecho ver a Pemán como un propagandista e incluso como un liberal, como la cara amable de un régimen que en el fondo no fue tan perverso. Una desmemoria que echa tierra por encima sobre una de sus principales características y sin la que la figura del intelectual gaditano no se entiende: su papel de ideólogo. Sí, cierto, unas veces de Unión Patriótica o de la ACNP, otras de la sublevación del 18 de Julio –en donde desempeñó una labor represiva muy importante-, algunas más del monarquismo juanista, incluso en el proceso de transición se podría afirmar que José María Pemán iluminó algunos caminos, pero básicamente todo estos papeles de teórico se pueden concentrar en uno: su mente al servicio del “bloque de poder”, al servicio del orden.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bibliografía:

 

 

 

Libros:

 

AAVV “Revolución burguesa, oligarquía y constitucionalismo (1834-1923) Tomo VIII Historia de España dirigida por Manuel Tuñón de Lara. Ed. Labor, Barcelona 1990

 

AAVV “Enseñar historia con una guerra civil de por medio” (con prólogo de Josep Fontana) Editorial Crítica, Barcelona 1999

Álvarez Chillida, Gonzalo “José María Pemán. Pensamiento y trayectoria de un monárquico (1897-1941)” Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, Cádiz 1996

 

Fontana, Josep (ed.) “España bajo el franquismo” Editorial Crítica, Barcelona 2000

 

Hobsbawm, Eric “Historia del siglo XX” Editorial Crítica, Barcelona 2005

 

Tusell, Javier, Álvarez Chillida, Gonzalo. “Pemán. Un trayecto intelectual desde la extrema derecha hasta la democracia” Editorial Planeta, Barcelona 1998

 

Páginas web:

www.mec.es/cide/

www.antonioburgos.com

Artículos:

Oñate Méndez, Alfonso “Las bases del discurso histórico del Partido Popular” Ubi Sunt Nº14

Río, José Ramón del “José María Pemán” 28/7/2005, Diario de Cádiz



[1] Esto en absoluto es nuevo y si no véase Tusell, Javier y Álvarez Chillida, Gonzalo con el ilustrador título “Pemán. Un trayecto intelectual desde la extrema derecha hasta la democracia” Editorial Planeta, Barcelona 1998. Para ver comentarios más recientes intentando remarcar este aspecto véase del Río, José Ramón “José María Pemán” 28/7/2005, Diario de Cádiz “No quiero en estas líneas ni siquiera intentar demostrar que Pemán era un liberal, de ideas profundamente democráticas, sin apego a la dictadura. Esto queda para el redescubrimiento de su figura que propongo con este artículo.”

[2] Tuñón de Lara, Manuel “Estudios sobre el siglo XIX español”, citado por Jover Zamora, José María AAVV “Revolución burguesa, oligarquía y constitucionalismo (1834-1923) Tomo VIII Historia de España dirigida por Manuel Tuñón de Lara. Ed. Labor, Barcelona 1990, p. 295

[3] Op.cit.p. 296

[4] Los liberales exaltados, herederos ideológicos de los movimientos que se desataron en el año II de la Revolución Francesa, en España habían quedado muy mermados tras el Sexenio (1868-1874) y muchos acabarían desembocando producto de una evolución natural en el anarquismo. Sería esa pequeña fracción de burguesía avanzada y progresista, con preocupaciones sociales, la que nuevamente volvería a retornar al poder con el advenimiento de la II República.

[5] Tusell, Javier, Álvarez Chillida, Gonzalo. “Pemán. Un trayecto intelectual desde la extrema derecha hasta la democracia” Editorial Planeta, Barcelona 1998 p.18

[6] Es decir lo que anteriormente se denominó la unión del trono y del altar.

[7] Álvarez Chillida, Gonzalo “José María Pemán. Pensamiento y trayectoria de un monárquico (1897-1941)” Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, Cádiz 1996 p.69

[8]…durante el período de entreguerras, la alianza natural de la derecha abarcaba desde los conservadores tradicionales hasta el sector más extremo de la patología fascista, pasando por los reaccionarios de viejo cuño. Las fuerzas tradicionales del conservadurismo eran fuertes pero poco activas. El fascismo les dio una dinámica y, lo que tal vez es más importante, el ejemplo de su triunfo sobre las fuerzas del desorden…lo hicieron aparecer como el movimiento del futuro.” Hobsbawm, Eric “Historia del siglo XX” Editorial Crítica, Barcelona 2005 p.130

[9]El nexo de unión entre la Iglesia, los reaccionarios de viejo cuño y los fascistas era el odio común a la Ilustración del siglo XVIII, a la revolución francesa y a cuanto creían fruto de esta última: la democracia, el liberalismo y, especialmente, el <>” Op.cit.p.125

[10] San Alberti y el demonio Pemán “www.antonioburgos.com”

[11] Citado en Álvarez Chillida p.55 y p.69 Con respecto al término cruzada, éste lo acuñó en un mitin en el teatro cómico de Cádiz, en la presentación de Acción Ciudadana, ligada a la católica Acción Nacional el 2 de Enero de 1932, en la que presentaba su intención de convertirse en ideólogo de la nueva organización, aunque sin afán de puestos directivos. Ibíd.p.55

[12] Grado de implicación que no debe extrañarnos en una persona que presidía en los años de la República la revista Ellas algunos de cuyos titulares comentaban: “Lista negra de los diputados que votaron la ley contra las Congregaciones Religiosas. ¡Estos son! ¡No los olvidéis!”Op.cit.p.64

[13] www.mec.es/cide/

[14] No nos vamos a andar con eufemismos. Depuración quiere decir: represión, cárcel, exilio, muerte… En 1937 José Pemartín, primo de José María Pemán y jefe del servicio de enseñanza superior y media decía que “tal vez un 75% del personal oficial enseñante ha traicionado a la causa nacional. Una depuración inevitable va a disminuir considerablemente, sin duda, la cantidad de personas de la enseñanza oficial” AAVV “Enseñar historia con una guerra civil de por medio” (con prólogo de Josep Fontana) Editorial Crítica, Barcelona 1999 p.16. González Chillida intenta minimizar la labor represiva de Pemán extendiéndola sólo a la depuración ideológica y achacando las físicas a Enrique Suñer, argumentando que el gaditano continuamente estaba ausente, inmiscuido en su labor de propagandista. Al que escribe esto le parece un argumento vacuo, de un modo u otro Pemán es responsable, ya sea por acción, ya sea por omisión. A pesar de todo el propio González Chillida se contradice unas páginas más adelante al insertar un pie de página con una circular a los vocales de las Comisiones depuradoras de Instrucción Pública hecha bajo la directa responsabilidad del gaditano (BOE, 10/12/1936) “El carácter de la depuración que hoy se persigue no es sólo punitivo, sino también preventivo…; no se volverá a tolerar, ni menos a proteger y subvencionar, a los envenenadores del alma popular, primeros y mayores responsables de todos los crímenes y destrucciones que sobrecogen al mundo…”Citado en Álvarez Chillida pp.82-102 y p.155

[15] Alted, Alicia “Notas para la configuración y el análisis de la política cultural del franquismo en sus comienzos: La labor del ministerio de Educación Nacional durante la guerra” en “España bajo el franquismo” Fontana, Josep (Ed.), Editorial Crítica, Barcelona 2000. p. 221

[16] “La enseñanza había de ser una mezcla de patrioterismo y religión, destinada a implantar convicciones, para lo cuál convenía que usara elementos que sirviesen para crear emociones más que para suscitar la reflexión” Citado en Fontana, Josep “Escribir historia con una guerra civil de por medio” p.17

[17] “La Historia es como un cuento maravilloso; pero un cuento en que todo es verdad, en que son ciertos los hechos grandiosos, heroicos y emocionantes que refiere… Por la Historia se sabe lo que ha ocurrido en cada país y cómo fueron sus Reyes, sus gobernantes y sus personajes más ilustres…nos habla de todos aquellos que hicieron en su vida algo noble e importante. La Historia hace relación de las guerras, de las hazañas extraordinarias, de las aventuras fantásticas, de los viajes y de las exploraciones arriesgadas…” Manual de historia de España. Primer grado. Op.cit. p.91

[18] Op. cit. p.17

[19] “Sólo la Monarquía tradicional puede ser instrumento de paz y concordia para reconciliar a los españoles; sólo ella puede obtener respeto en el exterior, mediante un efectivo estado de derecho, y realizar una armoniosa síntesis de orden y de la libertad en que se basa la concepción cristiana del Estado…Por estas razones, me revuelvo, para descargar mi conciencia del agobio cada día más apremiante de la responsabilidad que me incumbe, a levantar mi voz y requerir solemnemente al general Franco para que, reconociendo el fracaso de su concepción totalitaria del Estado, abandone el poder y dé paso a la restauración del Régimen tradicional de España, único capaz de garantizar la Religión, el Orden y la Libertad”

[20] “Y es precisamente esa sencillez y evidencia la que hace que me coja siempre de sorpresa la interpretación de rebeldía o desacato que se da a un acto de lealtad monárquica… ¿Por qué esta preocupación tan austeramente doctrinal y tan entrañablemente española va ser ¡Dios mío! Incompatible con la admiración y el cariño por el general que ganó la guerra y al que España tanto debe? Créame que son muchos los españoles que quieren albergar en sus tranquilas conciencias, sin hacer de ello un conflicto ni un problema, la lealtad al rey y la devoción a Franco.”Citado en Tusell, y González Chillida p.86

[21] Oñate Méndez, Alfonso “Las bases del discurso histórico del Partido Popular” Ubi Sunt Nº14

[22] No hay que olvidar que la Ley para la Reforma Política fue aprobada por las Cortes franquistas en 1976 y que el rey Juan Carlos I fue nombrado por Franco como heredero en 1969 en virtud de la Ley de Sucesión de 1947, o que de los siete ponentes de la Constitución de 1978, cuatro tienen directa relación con el régimen anterior.

[23] “Hay que recordar lo malo que hicieron unos y lo malo que hicieron otros, para deducir que conviene olvidar mucho de todo eso…” Citado en Tusell, y Álvarez Chillida, p.208

[24] “En el bando republicano, los máximos dirigentes políticos condenaron públicamente los excesos y se esforzaron por limitarlos…y se esforzó por mantener un mínimo de garantías legales. Nada semejante…se puede encontrar en el otro bando, donde el exceso y la violencia fueron alentados y legalizados por los propios dirigentes…la represión cumplía en el bando franquista una función política fundamental…la de paralizar al enemigo por el terror” Citado en Fontana, Josep (ed) p.18

[25] Citado en Tusell, Javier y Álvarez Chillida p.207

[26] Citado en Tusell, Javier y Álvarez Chillida p.208 Ya sabemos que entiende Pemán por paz, una paz llena de silencios forzados, de caminos de exilio, de muerte…Y es que como decía Fernando Fernán-Gómez en su libro Las bicicletas son para el verano, no había llegado la paz, había llegado la victoria

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