Perdidos en Perdidos. Sobre el final de Lost.
No soy de los que seguía la serie desde sus inicios, todo lo contrario, comencé a verla a finales del año pasado. Reconozco que era reticente. Tiendo a desconfiar de eso que llaman fenómeno televisivo, y hasta me chirriaba que apareciera en cualquier conversación de bar. Sin embargo, al final, gente muy cercana, a la que admiro y respeto, me hicieron derrumbar mis prejuicios. Asistí al visionado de capítulos increíbles, sobre todo cuando aparecía ese personaje atormentado llamado Desmond (La constante es quizás el mejor capítulo), o ese tipo místico redimido gracias a la isla llamado John Locke. Y así, sentado en el sofá de mi casa, fui devorando temporada tras temporada, asombrado por unos guiones frecuentemente de acabado redondo -en este sentido ejemplificante es la cuarta y la quinta temporada con los flash forwards y los viajes en el tiempo-, que subsanaban en parte a un elenco de actores por lo general muy limitados en sus interpretaciones. Todo se sucedía a un ritmo vertiginoso, en el que se conjugaba la aventura con la ciencia ficción, y en el que a cada cinco minutos se lanzaba un nuevo interrogante. ¿Qué era la isla? ¿Por qué un oso polar en los trópicos? ¿Y la iniciativa Dharma? ¿Por qué tanto interés por las embarazadas? ¿A qué se debía tanta inquina de los otros por los supervivientes del vuelo de Oceanic? ¿Qué eran los números?, etc... El proceso funcionaba porque esas incógnitas hacían a los espectadores pegar los ojos a la pantalla para ver las aventuras de Sawyer, Jack, Kate o Claire, pero era autodestructivo. ¿Cómo cerrarían los guionistas de Perdidos un camino lleno de enigmas que lejos de resolverse se complicaba aún más? Dicho enredo podía contribuir a aumentar los índices de audiencia, pero desanudar el ovillo cada vez se convertiría en una tarea más imposible. Cuando uno se encuentra con líos de este tipo sólo queda sota, caballo y rey. Todo es un sueño, todos están muertos o son los extraterrestres. Como soy de natural ingenuo, esperaba que esta vez se me sorprendiera con un final que se saltara dichas normas, que al final todo conectara, que en definitiva no se nos dijera "estamos metidos en un hoyo y no sabemos cómo salir". Confiaba en que la sexta temporada comenzara a resolver los misterios que se habían ido sembrando desde el primer capítulo, pero lejos de eso, la bola de nieve se hacía más y más grande y aparte lo peor de todo es que era imparable. Como era de preveer el último capítulo emitido de manera infame por Cuatro, que se suponía debía de cerrar la serie, no superó las expectativas. Eso no significa que a pesar de ser sumamente tramposo sea malo -es de lo mejor junto a Ab aeterno de una sexta temporada mediocre -, pero el regusto que deja es amargo, y al final te sientes engañado y estafado por unos guionistas, que un buen día se hicieron una paja mental y cómo no sabían salir de ella, elaboraron más pajas mentales.
Supongo que habrá muchos modernos que digan que al final lo importante no eran los enigmas, ni la isla, sino ese mensaje pseudomístico que se lanza en los últimos instantes de la serie, con el triunfo del amor más allá de la vida y la muerte. Sin embargo, no nos engañemos, durante todas las temporadas de Perdidos se estuvo jugando con esas incógnitas, ésa era la razón por la que la gente tragaba temporada tras temporada. Ahora, una semana después de su final, son muchos los que navegan por internet buscando una explicación, pero eso es un error, ya que las explicaciones -si alguna vez las hubo- deberían habérnoslas desgranado en la pequeña pantalla y no a través de elucubraciones pseudocientíficas que el fan de turno se hace en su casa, el vídeo casero de youtube, o los futuros juegos de rol y libros que acompañarán al merchandising habitual y que harán sonar la caja registradora.
4 comentarios
Valdex -
Daniel M. -
Largo -
Pedrin -
Echo de menos esas series de 13 episodios, que duraban tres meses y en los que todo el guion ya estaba atado. Esas series no se dejaban llevar por el capricho del publico o de los fans, ya que estaba rodada, de principio a fin, antes de que se emitiese el primer episodio, o sea, antes de que hubiese fans.
Las series sin temporadas no se echaban a perder por el afan de prorrogarla para aumentar los ingresos.
Ahora, eso si, como tuviese exito la repetian una y otra vez, que a Verano Azul le perdimos la cuenta...