Cumbre de Copenhague y realpolitik
No hace ni una semana que terminó la cumbre de Copenhague en Dinamarca y la verdad es que no me coge de sorpresa que haya sido un fracaso. En el mundo en que vivimos los gobiernos no son más que agentes diplomáticos de las grandes corporaciones, las cuáles no quieren ni oír hablar de una posible reducción de CO2 ya que eso resultaría un perjuicio en sus siempre abrillantadas cajas registradoras. Y es que cuando se pretende hablar de cambios pero sin cambiar, cuando se busca el beneficio antes que el oficio, y todo se envuelve en eufemismos que no dicen nada como desarrollo sostenible, el chasco está asegurado. Son muchos los que señalan como culpables a los políticos de hoy, a que no hacen nada, sino pasearse en sus coches oficiales y salir en fotos engalanados y sonrientes. Subrayan la mediocridad de estos y su incapacidad a mirar más allá del día de las elecciones. Sin embargo creo que aunque todo esto no deja de ser cierto, no lo es menos que el político está integrado en una estructura de poder -económico sobre todo se entiende- en el que intentar cambiar las cosas de verdad supone tirar piedras contra su propio tejado. En esto que muchos llaman realpolitik hay grados y grados y evidentemente hay posiciones divergentes que tienen más que ver con políticas de bloques que realmente con los intereses de nuestro planeta. De esta manera, al final todo se convierte en el tú me das y yo te doy, en el mercadeo, y en última instancia en la perpetuación de este sistema destructor llamado capitalismo.
Son muchos los que se han sentido traicionados por la actitud de Obama, que al final ha zanjado la cumbre pasándose el consenso por el forro y ninguneando la ONU con China, India y Brasil como adláteres en un cuartito vedado al resto de los países. ¿Acaso alguien esperaba otra cosa del flamante Premio Nobel de la paz? ¿Acaso se pensaba que Barack Obama iba a lanzar piedras contra Wall Street? ¿Qué en su balanza iba a primar la risible ONU antes que el petrodólar? ¿Qué al final las pocas nueces acabarían con el mucho ruido?
Aun así no es todo lo que hemos comentado lo más patético, lo más patético quizás es que depositemos nuestras esperanzas en el bloque de poder, en los amos de la tierra, en las marionetas que son los políticos para que cambien las cosas en nuestro maltrecho planeta. Lo más fuerte de todo es que nos limitemos a criticar en corrillos cruzados de brazos y sigamos permitiendo la existencia de la realpolitik.
3 comentarios
Pavoguze -
Cbuwunedud -
maki -
Y que la gente esté traquila que no lo matarán como a Kennedy porque está haciendo, como buen títere, todo lo que demanda el poder económico.