La carretera
Si hay alguna película que he seguido a través de la red desde que se lanzó la idea de su filmación, esa ha sido The Road (La carretera). Basada en la novela de Cormac McCarthy, ésta me fascinó. Me parece de lo mejor que he leído en mucho tiempo. Un auténtico descenso a los infiernos en un mundo post-apocalíptico en el que la gente se come unos a otros y en la que la tierra es ceniza y hace frío, mucho frío... La novela de La carretera es sin duda tributaria de El corazón de las tinieblas de Conrad al manifestar esa atmósfera opresora y es fundamentalmente la historia de amor de un padre hacia su hijo, aun cuando las circunstancias son más que difíciles.
Muy cómodo hubiera sido a la hora de hacer la película, diluir y viciar el contenido, algo a lo que Hollywood por otra parte nos tiene muy acostumbrados. Sin embargo, lejos de caer en efectismos y/o sentimentalismos baratos, el filme dirigido por John Hillcoat se mantiene fiel al libro. Quizás esa sea la causa de que haya tenido que pagar el pato de ser apartada de los óscar, más en unos momentos como los actuales en los que la gente suficiente desasosiego tiene como para encima acrecentárselo con una película. No obstante, también seremos muchos los que agradeceremos el valor de los encargados del proyecto por sacarlo adelante, ajustándose lo máximo posible a la novela de McCarthy. Y es que, teniendo como fondo una magnífica fotografía de Javier Aguirresarobe -cuando leí la novela hace un par de años me imaginaba un paisaje similar-, la película se basa más en la contemplación y el silencio que en la acción y la palabra, girando todo el peso de la obra en los dos personajes protagonistas, el padre y el hijo. Viggo Mortensen está como ya nos tiene acostumbrados, inmenso, y el personaje que interpreta, continuamente en sus miedos, en sus terrores y en su mirada nos señala la profunda ternura que siente por su pequeño, amenazado por un mundo que muere lentamente y en el que a pesar de todo se mantiene el instinto de supervivencia. Tampoco el niño le va a la zaga y forma un buen contrapeso al actor de Alatriste y Promesas del Este en una inocencia que pervive a pesar de la hostilidad del mundo en que vive. También la breve aparición de Robert Duvall merece resaltarse, la pantalla se le queda pequeña.
Me comentaba un amigo el desasosiego que le produjo la película, y como deseaba que acabara cuanto antes. Lo paradójico de todo esto es que la obra de Hillcoat se queda corta al lado de la novela. En esta ocasión, a pesar de su fidelidad una imagen no vale más que mil palabras.
4 comentarios
erpereh -
Digo como Elena. Por un lado estoy deseando verla pero por otor le temo.
Saludos.
Largo -
Me voy a leer el libro porque si el efecto es mayor, quiero probarlo, si soy un poco masoquista que pasa.
pekk -
PS: al final lloré, sí, ké pasa, y fue con el libro (no apto para peña que esté melancólica o tristecilla porque el efecto secundario es hundirte ya en la miseria). Bezoz.
Anónimo -
hay que elegir para ello otro dia mejor que el domingo....
un besote alfonso
elena