Molesto Zapatero
Nunca lo voté porque no creo en ese rito de depositar una papeleta cada cuatro años. Sin embargo, en el principio, nunca dudé de que sus palabras fueran sinceras. Me resultaba asombroso que un tipo que hubiera llegado tan arriba se creyera realmente el rollo. Al contrario que algunos de sus compañeros de viaje o el anterior gobierno de Aznar, no me molestaba la presencia de Zapatero cuando salía su careto en las noticias. Eso, a pesar de sus continuos y encendidos elogios al sistema liberal y a la democracia burguesa de la que se decía un gran defensor. Me decía a mí mismo y a algunos compañeros, que hoy por hoy, dentro del sistema capitalista en el que vivimos y siendo un país perteneciente a la Unión Europea, este tipo era lo máximo a lo que se podía aspirar dentro de los límites que marca el Estado de derecho.
Sin embargo en un in crescendo del que no he sido consciente hasta hace relativamente poco tiempo, Zapatero me cansa y me harta. Ya no lo veo ligeramente diferente a sus ministros y ya no veo en él palabras sinceras. Tarde o temprano sabía que pasaría, y la verdad es que no me da pena y me hace convencerme aún más de que el poder corrompe, de que una sociedad organizada de arriba abajo está abocada al fracaso, y de que la realpolitik tiene mucho que ver con las desventuras de los banqueros y consejos de administración y poco con las del común de los mortales.
A veces llama la atención lo alejados que se encuentran los políticos del latir de la calle. En las pasadas elecciones generales se vio que había un nutrido grupo de de gente, que por miedo al blanco y negro que supuso el aznarato, eligió al amigo ZP en masa. Esto es, no tanto por convicción como por temor. Iluso sería por tanto si cree que la gente lo ha elegido como presidente del gobierno por su cara bonita. Sin embargo, su gestión de la crisis engañando y mintiendo al personal con eufemismos varios, parecen confirmar su ingenuidad en la fidelidad de una parte importante de los españoles en su programa; y la tendencia -casi genética- que tiene todo político a mantener su sillón por encima de lo que sea.
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Daniel -