Madrid 2016
Me desayuno por las mañanas con la radio camino del trabajo, enciendo el televisor para ver las noticias... y la cantinela siempre es la misma: Madrid 2016. Una propaganda atroz de la que es imposible huir lo inunda todo. Y es entonces cuando te ves al deportista de turno, al que los medios ascienden a categoría de dios, que él está por la candidatura. Y es entonces cuando ves a la patulea de políticos de tal o cuál partido -en esto no hay disensiones- exclamando las bondades y virtudes de lo bueno que sería que la capital de las Españas fuese la sede de unos Juegos Olímpicos en la próxima década. Evidentemente al corifeo repetitivo e insultante se suma la correspondiente cohorte de intelectuales, que aquí en este país -lo que es un signo de lo bajo que ha caído- no son sino algunos presentadores de televisión, algunos de los cuáles hacen las delicias del progrerío.
Me molesta que nadie ponga el grito en el cielo ante los suntuosos gastos que ya no digo unos Juegos Olímpicos, sino una candidatura para unas Olimpiadas, supone. Me molesta que nadie denuncie el negocio con posible tendencia a negociazo que se está produciendo con toda esta propaganda. Fueron los nazis y su ministro de cultura Goebbels, los primeros en darse cuenta de los excelentes réditos que daba el mezclar nacionalismo y deporte, ya que hacía crear el espejismo de que toda la nación, toda la patria, navegaba en el mismo barco. También fueron ellos los primeros en conseguir que las Olimpiadas se convirtiesen en asunto de interés nacional. A partir de aquí, lo que se ha hecho es seguir el modelo que se creó a partir de 1936 en Berlín. Y es que no hace falta retrotraerse a los tiempos de la Guerra Fría, basta con mirar los Juegos de Pekín del año pasado, para caer en la cuenta de que el hacer patria y vender imagen a través de unos Juegos Olímpicos no es una cosa del pasado.
Ahora mismo en Madrid, no hay ni eso. Pero me imagino a la legión de constructores frotándose las manos, al ejército de las sombras que son las agencias publicitarias haciendo cuentas de cuánto sonará la caja registradora, a los gobernantes poniendo la mano... Ya han hecho su negocio, y de éste sólo se espera que vaya a más. Dicen los políticos que la crisis servirá para que España deje de ser el paraíso del ladrillo y cambie su modelo productivo. Si algo demuestra Madrid 2016 y el énfasis que ponen estos en que lo de las Olimpiadas madrileñas tire para adelante, es que lo que le dicen al conjunto de los ciudadanos no es más que un camelo. Así, ya faltan dos días para que el COI anuncie el lugar elegido para tan sacrosanto evento, al parecer todo está al rojo vivo, el mismísimo Obama asistirá para defender la candidatura de la ciudad de Chicago. Todo el mundo está pendiente frente a su sillón, todo el mundo sigue inmerso en la realidad virtual que es este mundo de olores y colores de neón. Pobre capacidad de resistencia.
0 comentarios