Vaya semanita
Entre la Iglesia Católica y su jerarquía apostólica, los amigos del G-20, el timorato Zapatero y los delitos contra la falta de libertad de expresión en España, uno ya no sabe para donde mirar ante tanta canalla, y lo peor es que no puede hacer como el avestruz y aislarse, sino que ha de seguir caminando en este mundo de realidad virtual y paraíso neoliberal.
Primero fue el papa con su visita a Barcelona y a Santiago de Compostela, donde el amigo Razinger no tuvo escrúpulos en comparar la España de los años 30 en su decidida apuesta por el laicismo, con la actual, aconfesional, y que se niega a retirar los crucifijos de las escuelas. Y entonces uno no puede dejar de pensar que ojalá existiera gente hoy en día que por lo menos se atreviera a decir aquello de España ha dejado de ser católica, le cerrara el grifo a la Iglesia y les hiciera pagarse a los señores obispos, cardenales y demás caterva sus onerosos gastos. En el anuncio de ZP unos días después de la sacra visita de posponer la ley de libertad religiosa, se advierten claramente globos sonda que manda la Iglesia Católica española y sus poderosos activos económicos y políticos vía Vaticano, para poner coto a tibias intenciones laicistas por parte del ejecutivo español.
Después la semana ha estado amenizada por la cumbre del G20 en Seúl, donde los gerifaltes del capital y sus títeres en forma de gobierno se han reunido para trazar las líneas maestras a seguir en el desmantelamiento definitivo de eso que se llamó el Estado de Bienestar, con un aumento de la plusvalía y una clara conclusión final: los pobres más pobres y los ricos más ricos.
Finalmente tenemos en esta España nuestra que muchos pretenden uniforme y eterna, al señor Otegi sentado en el banquillo de los acusados. No es que el individuo sea de mi simpatía, pero hay que reconocer que se está tensando la cuerda y bajo una supuesta acusación penal, lo que hay es una auténtica persecución política contra él y una izquierda abertzale, sometida a un fuerte debate que por ahora se salda con el quiero y no puedo.
Por cierto, ¿Alguien se acuerda del Sahara? Tras la brutal represión del estado marroquí sobre la población saharaui, el Estado español, artífice del vacío internacional que deja al pueblo saharaui a merced de Marruecos y del sátrapa Mohamed VI, mira a otro lado defendiendo a través de la rechinante Trinidad Jiménez la realpolitik antes que los derechos humanos. Menos mal que todavía hay gente que se indigna y sale a la calle. Tal y como está la cosa cabría preguntarse: ¿Hasta cuándo?
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