Dejando a la bestia crecer
Llama la atención que cuando hablas sobre esa cosa tan siniestra denominada TDT con todos los canales de extrema derecha que la acompañan, muchos zanjen la cuestión con un simple “Yo no veo la tele” o “Yo no veo eso”. El hecho de que la tele se vaya convirtiendo cada vez más en una especie de piano en el salón que no toca nadie, no significa que no sea preocupante lo que aparece por ésta. Ya no por el grado de idiotez, en el que los que pululan por la caja tonta compiten por ver quién está más cerca de la ameba en la escala evolutiva, sino por la ideología tan funesta que se está vendiendo a través de canales que ahora nos podemos tomar como un chiste cutre y de mal gusto, pero que en el futuro podría convertirse en opinión general, con todo lo de aciago que ello conllevaría. A estas ideologías de España negra, van unidos unos valores ultramontanos que se creían perdidos y que lejos de eso se retoman y se venden como opinión en contra de lo establecido, no políticamente correcta. No habría que dejarse engañar por esta gente ya que son los mismos de siempre, los galgos terribles que diría Neruda, los amantes del orden establecido que el mundo de consumo desmedido, que rechaza la inteligencia y aúpa la estupidez, ha acabado alimentando.
Así es normal que en un mundo donde el pensamiento crítico se reduce a criticar al vecino, se paseen por la TDT conspiranoias sobre el 11M, el esperpéntico Blas Piñar acompañado por jovencitos, curas opusinos que sienten nostalgia de la censura, ilustres contertulios que comparan el III Reich con la España actual o critican Avatar por su anti humanismo… Muchos dirán que esto es libertad de expresión, pero el hueco de esta gente cada vez es más grande y el de la sensatez más pequeño. Acomodados en el sofá de nuestras casas la capacidad de resistencia se pierde entre toneladas de confort mientras la bestia crece.
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Anónimo -